Entrevista al piloto oriundo de Mataderos “Cocho” López: “¡Yo nací para correr!”

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A través del canal de Instagram de Campeones, Carlos A. Legnani (h) mantuvo una jugosa charla con el reconocido piloto, quien detalló, con anécdotas, vivencias y experiencias, sus cuarenta años de campaña en el automovilismo nacional e internacional, que se iniciaron en su barrio: Mataderos, consiguiendo 

manejar una interesante gama de autos de competición. Mi apodo sobrepasó a mis nombres: Osvaldo Abel. Hoy todos me conocen por ‘Cocho’, que me lo puso mi mamá porque quería que sea tan educado como un vecino que teníamos en el barrio, y que así le decían”, dijo Osvaldo Abel López sobre el origen de su apodo por el cual todo el mundo lo conoce y llama: “Cocho”.  Nacido el 3 de diciembre de 1947, en el barrio porteño de Mataderos. “Mi casa estaba en San Pedro, entre Albariño y Miralla”, “Cocho” López estuvo ligado a la mecánica desde sus genes. “Mi papá, Francisco, corrió en Turismo Carretera y fue uno de los que disputó la Buenos Aires – Caracas y tenían un taller junto a mi tío Abel; eran repartidores de menudencias vacunas y cuando terminaban el trabajo arreglaban sus camiones”, sostuvo durante la charla que mantuvo con Carlos A. Legnani (h) en el canal de Campeones en Instagram. “Mi abuelo, quien se dedicaba a reparar caminos rurales me llevaba a San Miguel del Monte, y en la estancia que era de Juan Manuel Rosas, que pertenece a la familia Bemberg, con quien trabajaba, me enseñaba a manejar con una camioneta Ford ’37, y también sobre mecánica, a los siete años”, y asegura: “¡Evidentemente, yo nací para correr!”. Ante estos antecedentes, y luego de estudiar en los institutos salesianos Nuestra Señora de Lourdes (Santos Lugares) y Don Bosco (Capital Federal), en su etapa de la adolescencia alternaba las clases con sus primeras experiencias en el automovilismo. “El primer auto lo tuve en el año ’63, un Fiat 600 amarillo, y el letrista nos preguntó qué nombre le ponemos, y mis amigos dijeron Osvaldo López. Ya cuando seamos famosos nos van a llamar ‘Cocho”, recordó. “Eran tiempos en donde hacíamos carreras de obstáculos en el barrio, cortábamos las calles como las avenidas Alberdi o Rivadavia, solo con un permiso de la policía. Llegamos a reunir como 200 autos por domingo”, rememoró sobre algunas pruebas que organizaba con su grupo de amigos en Mataderos. Con los 18 años cumplidos, llegó el momento de dar el paso a su debut en el automovilismo argentino. “En 1967, mi papá me regaló el Peugeot 404 de Anexo ‘J’. Tuve la suerte que me benefició con ello. Debuté en el Autódromo, en el circuito 9, y les gané a José Migliore y a Pedro Sancha. Después, ese auto se lo cambié a Alberto Gómez por el suyo. Lo pintamos de amarillo y ahí empezamos la historia”, indica sobre cómo intercambió los autos con quien fuera un eximio preparador de Turismo Nacional, quien tenía su taller en Palermo. “Éramos transgresores y nos ayudó tener el auto amarillo y ponerle ‘Cocho Yellow’s Team’. Esto hizo que las empresas se interesaran cuando la visitábamos para pedirles publicidad. Nos ayudaba esto porque estudiaba Relaciones Públicas”, sostiene “Cocho” sobre esos primeros años con el sorprendente P404 amarillo que se armaba con el equipo que integraba entre ellos Omar Rossotti, el papá de Juan Pablo.

Uno de los tantos recuerdos que tiene es sobre su primera participación en la Vuelta del Noroeste de ese año ’67, que contó con un saludo multitudinario del barrio al equipo. “Era la ilusión del barrio y todos me acompañaron hasta la Panamericana y de ahí llevamos el auto de tiro con una pickup que conducía un amigo, Calabró, yo en el Peugeot con mi primo Jose ‘Coco’ Giandinoto, quien me impulsó a correr. A la noche, en Oncativo hubo una mala maniobra por un camión de frente y el auto volcó y me llevaron al ACA de Córdoba”, rememora. “Sin conocerlo, pregunté a dónde vivía Oscar Cabalén y el domingo a las 7 de la mañana lo ubico, le expliqué lo que me pasó y me envió a Talleres ‘El As”, además me recomendó un hotel. Al mediodía llega con Pedernera, y cuando lo revisan al coche parecía que era irrecuperable, pero el lunes me lo rehicieron y pudimos correr. Cuando le pregunté a Oscar cuánto le debía me dijo que nada y nos mandó a correr. Imborrable, por lo que representaba Cabalén entonces, uno de los ídolos”, contó sobre cómo resolvió esa experiencia. Esa personalidad carismática y siempre con buen talante lo registra desde el vientre de su madre, Lucía. “Era una brasileña que le gustaba cantar y bailar todos los días, llegó a estar en el staff de Radio El Mundo en la década del cuarenta. Era muy linda ella, tenía una genética hermosa, falleció a los 95 años con esa personalidad, cantando y bailando, y con las piernas de una mujer de cuarenta”, evoca. Al retornar al país, surge su inquietud de armar una categoría en donde puedan competir autos de 2.0 litros: “Cuando vuelvo de Europa, en septiembre del ’79 fui al Automóvil Club Argentino y les propuse que debíamos tener una categoría para una gama de autos intermedia. Tomé el reglamento del TC B, y junto a Miguel Herceg, Rafael Balestrini, José Pontoriero y Benavídez, e escribimos el nuevo reglamento y lo presentamos como Turismo Competición 2000”. “Yo armé un Peugeot, el primer auto de la categoría que hoy está en el Museo Juan Manuel Fangio. Ese auto lo presenté en la cancha de River Plate, porque yo tenía una concesión de buffet, y era gracias a Angel Labruna, que siempre me pedía el auto para ir al hipódromo los sábados, nos sacamos la foto con todo el equipo”, sostiene sobre ese auto que le permitió obtener aquél Torneo Presentación de TC2000 en 1979. En 1989, luego de varios años corriendo con Renault Fuego y bajo la atención de Osvaldo Antelo, peleando títulos pero haciendo frente al equipo oficial de la marca, que dirigió Oreste Berta.  “Cuando corríamos con la coupé Fuego a los oficiales, y nos era imposible ganarles porque tenían a Berta. Entonces le dije a Osvaldo que teníamos que cambiar. Fui a visitarlo a Jorge Blanco Villegas, quien era el vicepresidente de SEVEL, y le propuse correr con el Fiat Regatta, y junto a Franco Macri me dieron la aprobación, para que lo haga”, recordó cómo fue su vuelta a la marca italiana con un emblemático de TC2000. La escuadra tuvo la dirección deportiva de Forest Greene, y con ese auto en 1990 lograron ganar en cinco fechas: Mar del Plata, Buenos Aires, Allen, Paraná y Balcarce. “No fuimos campeones por los imponderables. Pero lo más importante es haber hecho esa epopeya importante en donde demostramos que el 50% del automovilismo era hincha de Fiat, porque siempre sostuve que alguien tuvo un F600, un 128 o una berlina”, certifica. En 1982 se creó una categoría que marcó un antes y después en la difusión por televisión, como lo fue el Club Argentino de Pilotos (CAP), una copa con autos Datsun 280 ZX. “Una idea magnífica de Carlos Pairetti y Jorge Cupeiro. Marcó el hito. Fuimos a ATC (Canal 7 TV Pública) y les pedimos los camiones para la primera carrera en Balcarce y ese fue el inicio de las transmisiones televisivas”, resalta “Cocho” en donde fue campeón en 1985, ’86 y ‘87. Durante esa etapa de su vida deportiva, “Cocho” López comenzó también a incursionar en los medios audiovisuales. “Ayudaba lo que hacía en TV, primero con Mesa de Noticias (un programa humorístico con Juan Carlos Mesa) que tenía más de 50% puntos de rating en horario central, y después trabajar con Marcelo Tinelli y algunas participaciones en el cine. Fueron unos años fantásticos”, asevera. “Por ejemplo cuando iba al banco a cobrar un cheque la cajera no quería atenderme, porque me deciía que en su casa no se almorzaba el domingo hasta que las carreras no terminaban. Así de fuerte era el automovilismo en la TV”, manifestó. Su reencuentro con el TC fue en 1988 cuando recibió la invitación de Gustavo Brescia, para correr con una Dodge. “Conseguimos hacer el mejor tiempo en Buenos Aires, logrando ganar luego en 9 de Julio en 1988, y más tarde con el Chevrolet y el Ford. Corrí con las cuatro marcas y gané”, resaltó sobre su campaña en la categoría, en donde tuvo su momento más dramático cuando protagonizó un fuerte vuelco en Balcarce ‘91. “Yo soy un sobreviviente de una época en donde cada fin de semana perdíamos a un amigo. Pero soy feliz porque siempre viví de esta pasión”, reflexionó en el cierre de su charla con “Lonchi” Legnani.{jcomments on}