El mural de Mataderos: la historia tapada de un barrio y su lucha por preservar su patrimonio cultural
Durante la reciente obra de ampliación del Centro de Salud (Cesac) N° 4, ubicado en la histórica plaza Salaberry de Mataderos, la Ciudad tapó un emblemático mural de 2001 que reflejaba la identidad del barrio. La obra, creada por la reconocida artista plástica local Beatriz Olivera Querol junto con otros artistas, fue un símbolo de respeto y valoración hacia el patrimonio cultural y social del antiguo hospital Salaberry, que hasta 1981 funcionó en ese mismo predio.
Beatriz Olivera Querol, artista del barrio y autora del boceto del mural, recuerda con orgullo aquel proyecto que surgió a principios de siglo desde el viejo CGP9, bajo la dirección de Mirta Roca. La convocatoria buscaba promover el arte local plasmando imágenes representativas de Mataderos en las paredes del recién inaugurado Cesac. Así, en el mural se fusionaron imágenes emblemáticas como las arcadas de la recova del Museo Criollo de los Corrales y la fachada del histórico hospital Salaberry, acompañadas por alumnos de escuela y una bandera argentina, símbolos que otorgaban un fuerte vínculo con la identidad barrial.
La intervención artística contó con la participación de destacados artistas plásticos del barrio, como Rosa Pantano, Fernando Martino Ruíz y Norberto Ricco, este último reconocido por ser autor del emblema oficial de Mataderos. Con la ayuda de una grúa del Cuartel X de Bomberos de Villa Lugano, el mural se pintó en noviembre de 2001 y se convirtió en un símbolo de orgullo colectivo para vecinos y artistas.
Sin embargo, en la reciente remodelación del centro de salud, el mural fue cubierto por placas de cemento, eliminando visualmente una parte importante del patrimonio cultural local. Beatriz calificó esta acción como un “pisoteo a la cultura”, lamentándose profundamente de que el mural, en perfecto estado salvo por un leve desgaste, pudiese haberse recuperado fácilmente. La pérdida no solo afecta a los artistas que lo crearon por amor al barrio, sino también a toda la comunidad que lo valoraba.
Este hecho se suma a otros ataques al patrimonio cultural del barrio, como la eliminación de murales en el Parque Alberdi realizados en 1997 bajo la coordinación de Norberto Ricco, o la retirada sin explicación del emblema oficial de Mataderos en la intersección de Alberdi y Murguiondo, reinstalado solo tras la presión vecinal.
Los familiares de los artistas y la comunidad artística, encabezados por Sebastián Ricco, expresan su repudio y subrayan la importancia de cuidar y preservar estas manifestaciones culturales que son parte esencial de la identidad barrial. Por su parte, Beatriz Olivera Querol se ofrece a replicar y restaurar el mural tapado, con la esperanza de que el Gobierno porteño rectifique y reconozca la relevancia de la cultura y el patrimonio local en sus gestiones.
El Cesac N° 4 y la escuela que funciona hoy en el lugar se encuentran en una zona cargada de historia y memoria, dado que el predio fue sede del Hospital Salaberry hasta 1981, uno de los principales centros de salud de la zona. El mural original, alusivo a esos espacios y personajes barriales, representaba un puente simbólico entre el pasado y el presente, honrando la tradición artística y la identidad comunitaria de Mataderos. Su cobertura implica no solo la pérdida visual, sino un doloroso olvido de esa historia y de quienes la construyeron.
Este caso invita a reflexionar sobre la importancia de incluir la cultura en los procesos de modernización urbana y a valorar las expresiones artísticas populares que enriquecen y dan sentido a los barrios porteños.

