Festejos, caos vehicular y descontrol generalizado en plaza Larrazabal

Como ocurre todos los años en una actividad que se replica en muchos barrios porteños y cada vez con mayor concurrencia, este Año Nuevo como ya había ocurrido en Navidad, en el barrio de Liniers, en la Plaza conocida como Larrazabal (plaza Martin Irigoyen es su verdadero nombre) fue el centro de congregación

 de jóvenes en su mayoría, aunque también había personas de mediana edad y hasta niños que llegaron para festejar por la llegada del nuevo año. Algunos desde temprano para despedir el año, otros rápidamente después de las 12 y luego del brindis familiar llegaron hasta las inmediaciones de Avda. Larrazábal y entre Caaguazú y García de Cossío, en la denominada “fiesta de Larra”. Un verdadero descontrol se apodo de esta parte del barrio, los vecinos, la pasaron mal, aunque algunos fueron parte de los festejos, la zona fue tomada por vehículos con sus equipos de audio al máximo, llegaron jóvenes con heladeritas con bebidas para el brindis y posterior fiesta que se extendió hasta más allá de las 9 horas del primer día del año. Una situación compleja de difícil resolución, en Buenos Aires como en otras grandes ciudades del país se acostumbra recibir el año nuevo adentro de las casas, (es casi inexistente la oferta de lugares abiertos para poder pasar “las doce”) a esto se le suma la crisis económica y una gran necesidad de festejar, en tiempos difíciles sobre todos para los más jóvenes. Lo cierto es que lo que para algunos fue festejo, para otros fue una tortura, porque la virtual fiesta /disco /festival a cielo abierto, al ser un hecho espontaneo convocado por las redes sociales y sin ningún tipo de organización trajo sus consecuencias negativas, los autos estacionados en cualquier parte, ocasionó que algunos vecinos no pudieran sacar sus vehículos, la cantidad de basura (botellas y packs de bebidas) el excesivo consumo de alcohol, peleas entre los particpantes  y lo peor de todo, la falta de baños, fue lamentable ver a varones y mujeres orinar en el espacio público y en las puertas de casa vecinas. El Gobierno porteño tendrá un año para trabajar en posibles alternativas en un tipo de festejos que cada año crece más y debe ser organizado.{jcomments on}