Se cumplieron 62 años de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre

Sin la posibilidad de los habituales y concurridos actos se cumplió un nuevo aniversario de la toma del frigorífico Lisandro de La Torre, que llevaron a cabo sus trabajadores con el apoyo de toda una barriada hace 62 años en Mataderos, constituyó un hito en la lucha del movimiento obrero contra las políticas de privatización y ajuste, e inauguró además un período de alta conflictividad social que signó al gobierno del presidente Arturo Frondizi.

El conflicto se inició el 10 de enero de 1959, cuando el Frondizi envió al Congreso un proyecto de ley de Carnes que disponía la privatización del frigorífico, con el fin de reducir los empleados públicos y el gasto del Estado, en línea con los compromisos contraídos unas semanas atrás con el FMI.​ Sin demora, el proyecto fue aprobado por las dos cámaras en sólo cuatro días, a pesar de las alternativas productivas propuestas por el Sindicato de la Carne, que no fueron tenidas en cuenta. Frondizi por su parte se negó a recibir a la comisión interna del frigorífico.

Al día siguiente de la sanción de la ley, los trabajadores del frigorífico realizaron una asamblea a la que asistieron unas 8000 personas, prácticamente la totalidad del personal, donde se decidió la toma del establecimiento y la huelga por tiempo indeterminado.​ Frondizi entonces recibió al sindicato y a las 62 Organizaciones, que le pidieron que vetara la ley, recibiendo una respuesta negativa. En las asambleas del Lisandro de la Torre se escuchó por primera vez la consigna “¡Patria sí, colonia no!”.

El dirigente del Sindicato de la Carne Sebastián Borro se puso al frente de una gran acción de protesta que movilizó a los trabajadores del Lisandro de la Torre, quienes en una multitudinaria asamblea decidieron la toma del establecimiento y se declararon en huelga.

La medida concitó el apoyo de los vecinos de los barrios de Mataderos, Lugano, Villa Luro y Floresta, que en solidaridad con la huelga se congregaron en la entrada del frigorífico, donde podía leerse una pancarta: “En defensa del patrimonio nacional”.

En la madrugada del 17, el gobierno ordenó recuperar las instalaciones con 1.500 efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería y el Ejército, que ingresaron fuertemente armados y con el apoyo de tanques.

Cercados por la represión, los trabajadores apelaron al desesperado recurso de soltar la hacienda acumulada contra los uniformados, pero el ganado se movió poco y la situación dio pie para que se acuñara una frase entre los huelguistas: “Las vacas estaban cansadas”.

Los principales dirigentes de la toma son detenidos y 5.000 trabajadores de la industria de la carne fueron cesanteados tras la privatización.

El hecho pasaría a integran una página de gloria de la historia argentina y la lucha por la soberanía nacional.