Domingo gris y frio en la Ciudad de Buenos Aires*

Solo faltan dos semanas para una elección crucial en Bolivia. 18 de octubre los bolivianos y bolivianas deben ir a la urna. No solo los bolivianos en tierra boliviana, sino los millones de compatriotas despatriados, distribuidos por el mundo. En nuestro pequeño espacio de ese mundo, la Comuna 9, el barrio de Cildañez, vive, trabaja, se educa y sobre todo sueña, una gran porción de esa colectividad. A pesar del aislamiento, del esfuerzo que hace la prefectura para demostrar la cantidad de incisos de algún reglamento que ellos manejan que en ese momento se están incumpliendo, a pesar de los miles de kilómetros que este pequeño local separan a su tierra boliviana, a pesar de las miradas duras que hay en todos los barrios populares, un conjunto de representantes de varias agrupaciones militantes del MAS- IPSP (Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos)  se agarran a un micrófono para gritar a viva a voz por qué, por quiénes, y para qué hay que ir masivamente a votar en las próximas elecciones. Son varios, son mujeres de polleras, son hombres ancianos, son jóvenes, son hombres de mediana edad con manos curtidas. Son ellos por los que Evo fue expulsado del poder. Es por haber beneficiado y empoderado a millones, que la derecha reacciona con tanta fuerza y tanto daño. Tanta violencia y muerte es solo el reflejo de que la revolución boliviana iba (va) por buen camino. El micrófono va pasando de mano en mano, igual que las empanadas de masa bien amarilla, sabrosa y jugosa. El frío ya no es tal, el domingo gris empieza a cubrirse de los colores de la wiphala. Los relatos en primera persona duelen, duelen en el alma. ¿En qué momento esta sociedad impuso que un Quispe, un Mamani, un Huanca tenía que ser Ordoñez para poder ir a la universidad? Imaginen el sufrimiento de una persona que decide anular su historia con el cambio de su propio apellido, para poder ser “digno” de recibir una educación. Emigrar obligados, dejar en tierra natal a sus muertos y saber a ciencia cierta, que solo se vuelve en un ataúd. La vida los llevo a generar ramas en otros países, pero sus raíces siempre estarán ahí, en Bolivia. A pesar de miles de años de estigmatización, de sometimiento, de golpes y represión, son millones los que siguen luchando. El sufrimiento no es resignación. El sufrimiento no quiebra, sino que les da más potencia y virtud en la lucha. El 18 de octubre, seremos muchos a lo largo del mundo viendo que pasa en esas tierras lejanas. Ojalá, por ellos y por nosotros, por la Patria Grande, todos los Quispe, Mamani, Huanca escuchen el grito de su sangre y revientes las urnas de votos. *Gabriela Martinez Referenta del Espacio Ahora es Cuando y ex integrante de la Junta Comunal n°9