Mural homenaje a Justo Suarez en su barrio de Mataderos

El Barrio Justo Suárez, de arquitectura participativa, fue construido en 1974 se encuentra ubicado en Lisandro de la Torre y Bragado del Barrio Mataderos Comuna 9 de Buenos Aires, el objetivo de sus creación fue la erradicación  y respuesta habitacional a los vecinos de la villa 7 ubicada en Mataderos.

El nombre dado al complejo habitacional es el del popular boxeador Justo Suárez, ahora gracias al trabajo de artistas plásticos se pintó un mural en una de las paredes organizado por la Dirección General de Competencias Comunales y Talleres del GCBA, la Presidencia de la Comuna 9 y Subgerencia de Participación Ciudadana de la comuna 9.

En el día de ayer el Presidente Comunal Maximiliano Mosquera Fantoni visitó la obra
en a que se ve plasmado el Torito de Mataderos, figura popular del boxeo argentino de la categoría peso liviano.

La historiadora y vecina del barrio de Mataderos escribió sobre Justo Suarez

Vida del primer ídolo popular argentino

De la mucanga al ring
En 1917 los chicos más humildes del barrio de Mataderos acudían al Matadero Municipal y Mercado de Hacienda para recoger la mucanga (restos de las vísceras de las vacas), se pagaba diez centavos por kilo, y un chico de aquella época de “mishiadura galopante”, agarraba lo que le daban para llevar a su hogar o venderla por monedas a los carniceros, y de esa manera juntar unos pesos para ayudar a la familia. Uno de ellos era Justo Antonio Suárez, que había nacido el 9 de enero de 1909, sus padres fueron Don Martín Suárez y Doña Luisa María Catalina Sbarbaro, sus hermanos: Gregorio, Manuel, Obdulio, Edmundo, Rosalía y Elvira.

La familia se trasladó desde los Mataderos del sur de Parque de los Patricios cuando se decidió su traslado, a tierras más altas conocidas como altos de Liniers, en 1899, hoy barrio de Mataderos, conservado Don Martín su trabajo de resero en el nuevo Mercado de Hacienda.

Justo, era un chico dócil, sencillo y humilde, era muy trabajador, la tarea le gustaba y eso de “mucanguear” fue muy eficiente, pero también realizó otras tareas dentro del Matadero donde trabajaba, como “cuarteador”, o sea aquel que a caballo tiraba de la res para dividirla en partes.

Sin duda en el rudo ámbito del Mataderos de aquellos tiempos, entre hombres recios y gauchos fornidos, Suárez fue modelando una particular personalidad que le permitió luego forjar su vocación boxística.

Los hermanos de Justo tenían una pasión: el box y el enseguida Justo se entusiasmó con este deporte y comenzó su carrera pugilística desde muy joven practicando en un ring que habían levantado en el fondo de su casa de la calle Guamini 2740.

Así comenzara su vertiginosa y espectacular carrera en el boxeo argentino

Iniciación pugilística
A mediados de la década de 1920 empieza a circular por el país el nombre de Justo Suárez, el torito de Mataderos comienza a tener una popularidad tan grande como la obtenida por Luis Ángel Firpo, el inolvidable “Toro Salvaje de las pampas”.

Era un boxeador guapo, decidido, impetuoso, siempre iba hacia delante y arremetía a sus rivales con la fuerza de un torbellino. De fuerte pegada, definía muchos de sus combates por la rápida vía de   Knock aut”

Desbordaba a sus rivales arremetiendo contra ellos desde el tañido del gong hasta el final. Verlo pelear era realmente un espectáculo.

Suárez inicio su carrera boxística en 1924, contaba solo con quince años de edad, su primer combate lo realizó con Damian Dobal en el Club Social Argentino del barrio de Flores, encuentro de cinco rounds de dos minutos cada uno, que terminó empatado.

Se inició de esta manera en la categoría mosca y llego a ser campeón novicio de Buenos Aires. A medida que iba creciendo, el torito asumía las nuevas categorías con toda normalidad, así paso de la división mosca a la de los gallos donde conquistó el Campeonato Argentino, luego a la categoría de las plumas, y de paso a paso, de progreso en progreso alcanzó en esta división un doble campeonato: el de Argentina y el Sudamericano. Desde esta primera pelea en 1924 Suárez realizó una impresionante campaña como amateur hasta 1928, realizo 48 peleas y quedo invicto, ¡se había convertido en un ídolo…!!!

Ingresó al profesionalismo bajo la dirección de José Lectoure, con el que realizará toda clase de combates en todos los lugares posibles, como todos los adversarios imaginables, nadie le pudo ganar nunca.

Ya su nombre empezaba a causar admiración y sorpresa, por lo regular de su campaña y los notables progresos que se advertían pelea tras peleas. Cuando alcanzó la privilegiada división de los livianos, que junto a los medianos y pesados, constituyen las categorías más importantes del boxeo mundial, conquistando el Campeonato Argentino y sudamericano.

Desde que abrazo el profesionalismo Justo Suárez tuvo tres años que pueden ser considerados los mejores de su campaña (1928, 29 y 30) por los brillantes resultados obtenidos.

En 1928 vence a Ramón Moya por “knock –out” en el 2º round, a Pedro Bianchi por abandono en el 6º round, a Julián Mallona por “knock-out”, a Fernando Marfurt por abandono.

En 1929 vence a Luis Marfurt por puntos en el 12º round, a Enrique Venturi por abandono en el 6º round, a Julio Fernández por puntos en el 12º rounds, a Luis Rayo por puntos en el 12º round, a Victorio Venturi por puntos en 12º rounds, a Lou Palusso por “knock-out” en el 2º round, a Fred Webster por “knock-out” en el 1º round.

En 1930 vence a Hilario Martínez (español) por “knock-out” en el 5º round, a Bebe Herman (norteamericano) por “knock-out.

Una pelea pasada por agua
Los hermanos Venturi – Enrique y Victorio- eran dos buenos boxeadores que llegaron desde su Italia natal para enfrentar al Torito, el primero en llegar fue Enrique, el menor de los hermanos, que terminó vencido por Justo Suárez, enterado de la derrota de su hermano Victorio, se tomó el primer barco a la Argentina, con el firme propósito de vengar la afrenta que Suárez le había infringido a Enrique.

La colectividad italiana lo fue a recibir al puerto y al grito de “Bravo, Victorio. ¡Bravo, Victorio” córtale los cuernos al torito de ese…!!

Victorio, tenía un físico más fuerte y potente que su hermano, era más boxeador. El combate con el Torito aparecía con todos los ribetes de una pelea sensacional. La colectividad italiana toda conmocionada y orgullosa con la presencia del crédito italiano, lleno las instalaciones de la vieja cancha de River (Av. Alvear y Tagle), pero el día de la pelea sucedió algo que nadie había previsto: una descomunal lluvia cayó sobre la destechada cancha. El combate ya había comenzado y el pobre Suárez – que no estaba acostumbrado a pelear en tan insólita circunstancia – no podía afirmarse sobre el ring, patinaba, resbalaba y se ahogaba con la infernal lluvia. El italiano Venturi, al cual la lluvia no pareció afectarlo en lo más mínimo, estaba como “pez en el agua” llevando la mejor parte de la pelea, ante el delirio de todos los “tanos” que ya veían ganador al gran Victorio, de Italia.

El público que ya había empezado a “levantar presión”, sobre todo la barra de Mataderos, considero que era inhumano hacer pelear a dos boxeadores bajo la torrencial lluvia y, a grito pelado, exigió la suspensión de la pelea. Las autoridades de la Comisión Municipal de Box, presentes en el “ring-side” hacían oídos sordos a los reclamos del público. Habían pasado ya algunos rounds, y la lluvia seguía cayendo a canilla abierta, cuando se produjo un hecho insólito, la barra de Mataderos invadió el ring, cubrió a Suárez con batas y sacos mojados y se lo llevó volando a su camarín, donde fue secado y friccionado, hasta que el alma le volvió al cuerpo.

Varios días después y con tiempo bueno, el suspendido combate volvió a realizarse, entonces el Torito no tuvo ninguna dificultad en arrasar al duro italiano, venciéndolo por amplio margen de puntos. De esta manera, el compungido Victorio Venturi regreso a Italia sin el preciado trofeo de los “cuernitos del Torito”.

  1. El año de Justo Suárez

Luego de tan sensacional comportamiento en nuestro país, donde venció en todos los combates, y en los cuales enfrento a boxeadores de varias nacionalidades: chilenos, españoles, uruguayos y hasta un inglés, el “Jhony” Fred Webster, a quien durmió en el primer round, solo le quedaba una última pelea por realizar en nuestro país, antes de partir rumbo a Estados Unidos, el centro boxístico de todos los tiempos

La pelea que se venía postergando desde hacía mucho tiempo por tácticas dilatorias de los que manejaban la carrera pugilística de ambos boxeadores, que no deseaban el espectacular enfrentamiento (pedido a gritos por los fanáticos de box), era nada menos que contra el soberbio boxeador argentino de aquella época: Julio Mocoroa, un maestro del ring, estilista de brillantes actitudes, un artista en el arte de la defensa y el bloqueo.

Por fin se fijó la fecha, sábado 22 de marzo de 1930, y según los relatos de su sobrino, el Dr. Hugo Suárez, testigo y seguidor del boxeo desde los inolvidables días del Torito, Suárez da fe de la conmoción que se produjo con motivo de la sensacional pelea: Durante toda la semana previa al encuentro en todo el país no se hablaba de otra cosa que de la pelea Suárez –Mocoroa, las opiniones – y las apuestas- estaban divididas en proporciones muy parejas. No había diferencias substanciales. Los diarios de la época llenaban sus páginas con notas y más notas referidas al que se suponía iban a ser un sensacional match (¡y lo fue!!).

La pelea se realizó en al antiguo estadio de River Plate donde asistieron 55.000 personas y ganó Justo Suárez en el décimo round por puntos, ¡noche memorable e inolvidable!!

Su fama se acrecentaba después de cada combate, los diarios publicaban notas de él a diario y el periodista Rúa lo apodó “El Torito de Mataderos”

En un día de mayo de 1930, a los dos meses escasos de haber obtenido el título de los livianos, al derrotar a Mocoroa, una noticia estalló en todos los diarios del país: Justo Suárez, el celebradísimo Torito de Mataderos” había contraído enlace con Adelina Pilar Bravo, que desató una polémica en sus seguidores por no considerar oportuno el momento, ya que estaba en la plenitud de su carrera.

Estamos en 1930 gobierna al país, por segunda vez Don Hipólito Irigoyen, un legendario y neto caudillo popular, que sería derrocado del poder por el golpe militar del 6 de septiembre de ese mismo año. Justo Suárez, luego de una brillante campaña, y sin rivales en toda Sudamérica, parte invicto hacia Estados Unidos.

Antes de partir concurre a la Casa de Gobierno para despedirse del presidente, Don Hipólito lo recibe afectuosamente, le desea buena suerte, y lo nombra Agregado Deportivo, ¡Justo Suárez estaba en la gloria!

Fue la noche del 17 de Julio de 1930 cuando Justo Suárez realizó su primera pelea en el ring del Yankee Stadium de Estados Unidos, su rival un tal Joe Glick, experimentado y mañoso boxeador que iba a poner a prueba la capacidad del Torito.

Ese día el Barrio de Mataderos se convirtió desde temprano en el epicentro de una conmoción que poco a poco iba invadiendo la ciudad y en todas partes el tema obligado de conversación.

En Mataderos las fieles barras del Torito tenían todo organizado, decenas de camiones en un punto de concentración ya fijados de antemano, alzaban a una determinada hora a las bulliciosas barras, partían hacia el centro de la ciudad para detenerse frente al Diario Critica, con sus parlantes a pleno apuntando hacia Av. De Mayo para trasmitir la pelea, mientras las barras gritaban ¡Suárez, Suárez, Torito, Torito! Nacía el primer ídolo popular argentino.

La revista deportiva El Gráfico publica sobre esa jornada:

“La avenida de mayo, la urbe grandiosa, ensordecida siempre por el tráfico, clausuró sus puertas a las estridencias de bocinas y motores, para ofrecerse, con inquieto espíritu juvenil, a la invasión de las barras que llegaban a escuchar el eco victorioso de las piñas del Torito.

Llegaron desde los barrios, de todas las clases de Buenos Aires, millares y millares de muchachos a recoger las ondas milagrosas. Sintonizaban con el corazón. El técnico, el hincha, y el profano, el confiado y el pesimista, el chiquilín y el viejo, las polainas y las alpargatas.

Y la Avenida se transformó en un estadio, en un gran estadio democrático, sin ringsides y sin plateas. Junto a la bullanguera barra de Mataderos, un grupo selecto de sportsman de ley.

En todas las cuadras, frente a todos los diarios, millares y millares de muchachos a la espera de que esos aparatos milagrosos transmitieran la aventura inicial de Justo Suárez, del bravo torito que se presentaba en el ring de las consagraciones, ante los ojos curiosos de yanquis expertos. Atravesando estructuralmente todo el estadio, uniendo en un solo” hurrah” a la multitud aliada en la emoción, la voy del “speaker” entonó la clarinada final: ¡“Suárez ganó”!  ¡“Gano Suárez”!

Justo culminara su primera campaña en Norteamérica con los triunfos de Joe Glick, por puntos en el 10º round., a Herman Perlick, por puntos en el 10º round, a Bruce Flowers por Knock-out en el 6º round, a Ray Miller por puntos en el 10º round, y a Louis “Kid” Kaplan por puntos en el 10º round.

Su regreso a Buenos Aires, junto a su esposa, en la escala en el puerto de Montevideo fue ovacionado por sus seguidores uruguayos. ¡En puerto argentino lo esperaba su familia y los periodistas que subieron al barco a recibirlo… Toda una fiesta popular!

Hacia el final
Aunque en los primeros meses de 1931 Suárez sigue añadiendo triunfos y más triunfos a su brillante record, al vencer a Petrarca, a Loayza y Casalá, estaba escrito que su buena racha se iba a quebrar en forma imprevista y conmocionante la noche que se encontró,  en su segunda gira a Estados Unidos, en el ring del Madison Square Garden de Nueva York con Billy Petrole, el cual lo venció  por Knock-out en el 9º round, terminado con la larga y brillante carrera  pugilística  del hasta  entonces “invicto” Torito de Mataderos.

Regreso al ring en 1932 enfrentado a Víctor Peralta en el Luna Park por el Campeonato Nacional, mostró toda su guapeza, pero no alcanzó, fue vencido por Peralta que recibió el repudio del público.

Su última presentación será el 5 de octubre de 1935 en el Parque Romano contra Juan B. Pathernay, que de pelea no tuvo nada, porque Justo no podía, la tuberculosis ya lo consumía y Juan se dio cuenta de ello y no quiso castigarlo.

De allí en más declino su carrera, deprimido por el abandono de su esposa y   por la terrible enfermedad que padece, que le impidió subir otra vez al ring, ya no volvería a ser el mismo.

Terminará sus días un 10 de agosto de 1938, en la Ciudad de Cosquín, en la Provincia de Córdoba, junto al cariño de su familia.

La noticia en Córdoba produjo una gran conmoción, durante todo el día una multitud interminable desfilo por la capilla ardiente instalada en el Córdoba Sport Club, en la que se hicieron presentes el Intendente Municipal, legisladores, militares, altos funcionarios del gobierno, como también el Gobernador de Córdoba Amadeo Sabattini.

De acuerdo a los deseos de Justo poco antes de morir, las autoridades de “Córdoba Sport Club” y el señor Lecture, que viajó expresamente de la Capital Federal, resolvieron el traslado de los restos a Buenos Aires para inhumarlos en el Cementerio de la Chacarita.

La fría mañana del 12 de agosto de 1938 Buenos Aires dio su postrer adiós, con emoción y sentimiento, al hombre que tantas veces la había estremecido en noches de memorables combates.

Fue admirado por Julio Cortazar quien escribió el relato “Torito” En su obra Final del Juego en 1956, el artista plástico Edmund Valladares realizó el monumento “Torito en el Rincón de Cortázar, 1994/95, que lo inspiró a realizar su película “I Love You… Torito”.

Tu llama duró solo 29 años, tu luz te llevó a la inmortalidad, tu barrio así lo expresa en el busto de la esquina de Murguiondo y J. B. Alberdi, en la calle y la plaza que llevan tu nombre, en murales y graffiti. Eres querido y recordado, eres nuestro Torito, el primer ídolo popular argentino.

Bibliografía

ZULEMA CAÑAS CHAURE y ALUMNOS 5º AÑO COLEGIO MADRE DEL BUEN CONSEJO – Historia Oral – Entrevista realizada al Dr. Hugo Suárez y a Eduardo Bria, sobrinos de Justo Suárez, en la conmemoración del Centenario del Nacimiento de Justo Suárez – abril 2009 – Soporte DVD

OFELIO VECCHIO – Recorriendo Mataderos – Tomo II – Capítulo V – Servicios Gráficos Lugano, Buenos Aires, 1998

ARCHIVO DOCUMENTAL Y FOTOGRAFICO DE LA ASOCIACION CIVIL FORO DE LA MEMORIA DE MATADEROS:

DIARIO LA ARGENTINA – Sección Deportes “Se enfrentan esta noche…” sábado 22 de marzo de 1930 – p. 5

DIARIO LA RAZON – Sección Deportes “Justo Suárez derrotó por puntos al chileno Luis Vicenti”, domingo 20 de abril de 1930 – p. 4

DIARIO LA RAZON – Sección Publicidad – RADIO PRIETO “Justo Suárez Vs. Julio Mocoroa – marzo 1930

DIARIO LA ARGENTINA – Sección Deportes – “Esta noche se dilucida.”  Jueves 27 de marzo de 1930 – Pag.4.

DIARIO CLARIN – Horacio Pagani – “Justo Suárez, el fenómeno que sobrevive” – 1998